La Real Fábrica de Tabacos situada en la actual calle San Fernando, rodeada por edificios tan bellos como el Casino de la Exposición, el Palacio de San Telmo, la Plaza de España y el Hotel Alfonso XIII, es un edificio tan estratégicamente situado que quien llegue a Sevilla y se de un paseo por ahí, puede quedar afectado por el síndrome de Stendhal.
El número de obras de arte bellas a las que se verá expuesto por metro cuadrado es bastante elevado, pero curiosamente la antigua fábrica fue la primera que se construyó.
A este lugar iba cada mañana a trabajar Carmen la Cigarrera.
Su construcción fue una coproducción de los Países Bajos y de España y es uno de los mayores hitos en construcción industrial del S. XVIII.
La idea original nació del arquitecto Ignacio Salas allá por el 1725. Él solo llegó a canalizar el arroyo del Tagarete, que corría por la actual calle de San Fernando y la cimentación en forma de arquería invertida, influencia renacentista italiana de Leon Battista Alberti y Andrea Palladio.
La continuación de las obras, hasta su culminación en 1758, fueron de la mano de Diego Bordick Deverez y Sebastian Van der Borcht.
En ese mismo año comienza la actividad como fábrica de tabacos, así que fueron 33 los años que tuvieron que pasar desde el inicio del proyecto hasta su puesta en marcha a nivel industrial.
Hoy en día con ese tiempo de ejecución de obra hubieran matado al equipo de técnicos como si de Jesucristo se tratase.
El edificio tiene unas dimensiones de 185 x 147 m.
Tiene dos patios; el Patio del Reloj o antiguo Patio de Cuadras, donde hoy en día se celebran eventos culturales, y el Patio de la Fuente antiguo Patio de la Fieldad, donde se pesaba el tabaco antes de ser manufacturado. Ese punto precisamente es la confluencia de las cuatro puertas y su centro neurálgico.
La doble escalera que asciende al Paraninfo, situada junto a la entrada principal, destaca por su monumentalidad.
Una de las cosas que más llama la atención en este edificio es el gran foso que lo rodea que evoca inevitablemente la imagen de los cocodrilos que en su día pudieran haber estado ahí como guardianes del tabaco. Otra de sus funciones era la alimentación de unos circuitos de agua destinados a humedecer el tabaco.
Desde el comienzo de su actividad industrial tuvo que pasar un siglo para que las mujeres pasasen a formar parte de la cuadrilla de trabajo de este lugar. Por lo visto, empezaron a formar parte de la plantilla porque se quejaban menos que los hombres.¡Qué curioso!
Sería entonces cuando llegase Carmen la Cigarrera a partirse las falanges liando cigarros. Mucho se ha hablado de esta mujer hecha leyenda, pero como Carmen hubo muchas otras mujeres, Lolas, Conchas, Luisas, Marías, Reyes, Josefas, etc… Y entre todas crearon uno de los primeros gremios femeninos establecidos a nivel laboral.
Cada mañana desde que tocaba la campana hasta que volvía a tocar se pesaba, se picaba y se liaba un tabaco traído de Cuba y Virginia. Así que aquellos puros se empezaron a liar en Sevilla, por ellas, para volver a cruzar el charco y ser fumado en América.
Han sido multitud de obras de artes que se inspiraron en Carmen, una mujer trabajadora, inteligente, divertida, libre y pasional.
Lo curioso y lo trágico a la vez es que la reunión de todas esas cualidades la llevaran a la muerte, una muerte injusta como la mayoría de las que se producen de forma voluntaria e intencionada. Muerta, como la Carmen de Merimée, la de la Ópera por Bizet, la del cine de Vicente Aranda y Carlos Saura y la de nuestro dramaturgo más internacional Salvador Távora.
El lienzo de las Cigarreras de Gonzalo Bilbao con sus grandes dimensiones y su aire costumbrista puede admirarse en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y su imagen nos lleva inevitablemente a las Hilanderas de Velázquez.
El escritor Pierre Loüys en “La mujer y el pelele”, hace alusión a la figura de Carmen la Cigarrera. Curiosamente el autor escribió esta obra durante su estancia en Sevilla. Pasó un tiempo en Sevilla, bajo prescripción médica para curar sus dolamas pulmonares, todo ello debido al buen clima del que disfrutamos. Sevilla es terapéutica.
La actividad universitaria se inició en 1954 y hoy es altamente recomendable su visita, a ser posible escuchando la Ópera Carmen de Bizet con unos auriculares, evitando así el griterío de la comunidad universitaria.
Qué gusto volver a leerte. Me encanta esta nueva faceta tuya en la que nos enseñas Sevilla de otra manera. Besos.